"The Burden ov Faith" se presenta como un monumento macabro dentro del universo del deathcore, abrazando una oscuridad profunda y un enfoque sinfónico que lo distingue en su blasfema pesadez. En su transcurso de 44 minutos, Ov Sulphur teje un tapiz de tormento que va más allá de las expectativas convencionales del género. Aunque indiscutiblemente abraza el espíritu del deathcore, este álbum ofrece una experiencia auditiva que abarca múltiples dimensiones, llevando la escucha por un tortuoso viaje a través de los abismos más oscuros.
Más que limitarse a los confines del deathcore, "The Burden ov Faith" incorpora de manera magistral influencias del metalcore, las cuales son utilizadas con astucia para amplificar el atractivo emocional de la música. Este no es un álbum de sonidos superficiales; es una exploración en las profundidades del sufrimiento, donde las emociones son arrancadas de sus escondites más oscuros.
Sin embargo, lo que realmente distingue a Ov Sulphur es su disposición a aventurarse en territorios más tenebrosos y extremos. A lo largo de este viaje sonoro, se entretejen influencias que se asemejan más al death y black metal que a las corrientes principales, lo que confiere al álbum una identidad única y un carácter aterrador. Este enfoque se extiende incluso a las opciones de producción y grabación, que añaden una profundidad adicional y una textura ominosa a la música.
"The Burden ov Faith" no es solo un álbum de deathcore; es una pieza de arte oscura que se adentra en las sombras más profundas del alma humana. Cada pista es una travesía hacia la desesperación, un viaje a través de paisajes sonoros lúgubres que transmiten un sentido de fatalidad. Este disco se alza como un monumento a la penumbra, una obra maestra del deathcore que encierra en su interior una oscuridad inquietante y una poderosa expresión de la angustia. Es un testimonio musical del tormento y la desesperación que demanda ser explorado y experimentado.
"Omnicidal" es un auténtico cataclismo de death metal que arranca el legado del sonido sueco de Gotemburgo, personificado por bandas como At the Gates, y lo retuerce hasta convertirlo en una masacre sónica aún más sádica y brutal, como si lo hubieran sometido a una tortura en la motosierra de Bloodbath. Este álbum no se contenta con desgarrar, sino que despedaza todo a su paso con un apocalipsis de brutalidad que deja un reguero de destrucción auditiva.
Las canciones son auténticas arietes de destrucción, con riffs que golpean como martillos de guerra, arrancando aullidos de las entrañas de las guitarras. Las voces, a su vez, no son simples gruñidos, sino rugidos demoníacos que rasgan el aire, impregnando cada pista con una ferocidad incontenible. Este no es un álbum para los débiles de corazón; es una avalancha de violencia musical que devora todo a su paso.
"The Omnicidalist" no se limita a ser un mero compendio de canciones; es una declaración de guerra en forma de música. Cada pista es una bomba de relojería que explota en un caos controlado, una orgía de destrucción sonora que te arrastra a un torbellino de agresión y caos. Las guitarras desatan un infierno de solos abrasadores, enardeciendo los sentidos con una voracidad imparable.
Este álbum no solo es brutal, es una máquina de matar musical, una experiencia aural que te sume en las profundidades del caos y no te suelta. Es un testimonio de la brutalidad y la devastación que solo el death metal en su forma más pura puede lograr. "The Omnicidalist" es una tormenta perfecta de metal extremo, una inmolación sónica que redefine los límites de la agresión musical y exige ser escuchada por todos los amantes de lo extremo y lo brutal.