
Änterbila. 2025 / Avart
01. Låt till far
02. Ulven
03. Jordfäst
04. Smeden
05. Kniven
06. Årsgång
07. Konung
08. Eklundapolskan
-Änterbila-
Country of origin: Sweden
Location: Gävleborg/Stockholm

Desde las entrañas más inhóspitas de Suecia, donde el invierno devora la luz y la tierra respira como una bestia dormida, Änterbila irrumpe con Avart (“Aberración”), un acto de guerra espiritual y folclórica. No es un disco: es una maldición afilada. Si el debut abrió una brecha hacia un mundo saturado de supersticiones y terrores rurales, Avart atraviesa esa herida con una violencia ritual, narrado desde la conciencia del adversario: el espectro que acecha, el depredador que no olvida, el espíritu que odia.
En sus historias no hay redención. Solo habitan los repudiados por la razón y reclamados por la oscuridad. El asesino marcado desde la cuna por un destino escrito en sangre congelada. El herrero condenado a servir un fuego que habla. El rey trol que gobierna en silencio, devorando voluntades desde su trono invisible. El hombre obligado a vestir la piel del ulv, condenado a desgarrar y ser desgarrado. Cada relato se despliega como un rito de violencia ancestral, tallado sin piedad, grabado casi en una sola exhalación, como si la banda tocara poseída, abandonando cualquier artificio humano en favor del instinto primitivo.
El sonido de Avart es un torbellino de furia heredada: riffs cubiertos de herrumbre, de mugre, de bosque húmedo y huesos rotos; melodías que emergen como presagios arrancados de antiguas tumbas. Las sombras de Arckanum, Taake y Panphage vibran en los márgenes, pero lo que Änterbila levanta es un tótem propio: una estructura de madera mordida por el tiempo, envuelta en humo y llena de símbolos que nadie debería leer. Violines que lloran como espíritus encadenados, gaitas que aúllan con hambre y voces femeninas espectrales —aportadas por Thomas von Wachenfeldt, Halte Galten y Malin Runefelt— atraviesan el aire como cuchillas lanzadas desde el otro lado del umbral.
Lo que emerge de este trabajo es brutal y fantasmagórico a la vez: el choque de acero en una sala saturada de humo y sangre; el peso sofocante de ojos invisibles en un bosque al borde del colapso nocturno; la certeza de que algo antiguo, cruel y despierto respira justo detrás de ti. Avart no se escucha: te captura, te somete, te obliga a mirar dentro de la grieta donde se pudre la cordura.
Aquí no hay escapatoria, ni alivio, ni amanecer.
Solo el reino donde Änterbila dicta sentencia.




























