Nihilvm revela su primer álbum de larga duración, Ancient Cosmic Emanation, editado bajo los sellos Terratur Possessions y Malignant Voices, dos entidades fundamentales en la custodia de las obras más insondables del arte extremo contemporáneo.
A lo largo de ocho composiciones, el álbum desciende hacia visiones de un cosmos muerto, un firmamento corroído por la ausencia, el silencio y la desintegración espiritual. Cada pieza actúa como un acceso a territorios donde la conciencia se fragmenta y la realidad pierde su forma, guiando al oyente a un estado liminal entre la vigilia y la extinción del ser.
Ancient Cosmic Emanation es más que un disco: es un tránsito hacia el límite mismo de la cordura, una exploración de las profundidades interiores donde ya no queda nada salvo la resonancia del vacío eterno. La obra se erige como un ritual hipnótico, una invocación de fuerzas primordiales que convergen en la implacable Muerte Cósmica Negra, cuya presencia impregna cada pulso, cada respiración, cada sombra resonante dentro del álbum.
Un testimonio sonoro de oscuridad absoluta, revelado para aquellos dispuestos a cruzar el umbral.
La metempsicosis es la condena de un alma obligada a abandonar su carcasa mortal para encarnarse de nuevo en otro cuerpo —humano, animal o cualquier forma destinada a sufrir. Un ciclo implacable de muerte y retorno, donde la identidad se desangra en la eternidad.
La nueva obra de Bliss of Flesh desciende a las entrañas de este proceso siguiendo a un individuo que contempla, sin poder resistirse, el derrumbe absoluto de su existencia. La extinción gradual de sus cinco sentidos no solo corroe su cuerpo: abre un abismo interior donde la razón se fractura y la conciencia se retuerce en un estado febril, expulsándolo hacia un viaje introspectivo devastador a través de cada fase de pérdida, negación y duelo.
Con cada sentido que muere, una nueva percepción lo atormenta. Descubre un cuerpo ya deformado, un mundo que se pudre y se densifica hasta convertirse en un infierno palpable. Allí, los miedos se mezclan con la expectativa del vacío, revelando la verdad esencial: la vida no es luz ni propósito, sino una renovación perpetua que empuja, sin misericordia, hacia la muerte. Y la muerte, a su vez, es solo otra puerta abierta hacia un reino más desolado, más distorsionado, más hostil.
Entre la gloria marchita y la condenación absoluta, solo queda una certeza: el caos, voraz e inmutable, será su nuevo soberano.
Caelum Sanctimoniae emerge desde Finlandia como una entidad de black metal melódico y umbrío, concebida por Morveth y Alpha Nihili, custodios de los principios insondables de Havoc & Destruction, y por Cerebrum Vermis, arquitecto sonoro de Plague & Famine.
Fundado en 2025, el proyecto se erige como un rito sonoro donde convergen el black metal atmosférico, la magia oscura de carácter ritual y una arquitectura melódica impregnada de desolación, dando forma a un corpus narrativo propio que transita entre lo mítico, lo sacrílego y lo trascendental. Su propuesta se adentra en la corrupción de lo celestial, la fragilidad del espíritu humano y los reinos prohibidos que yacen más allá del velo.
Ese mismo año, la entidad revela su opus inaugural, Hollow Crowns of the False Seraphim, una obra compuesta por ocho invocaciones que profundizan en el derrumbe de lo divino y en la falsa soberanía de los Serafines caídos. El álbum se presenta como un tratado sonoro de decadencia litúrgica y confrontación metafísica, donde cada pieza actúa como un pasaje hacia un firmamento corrompido y una espiritualidad convertida en ceniza.
Desde las entrañas del inframundo metálico, Themalefik retorna con su obra más devastadora hasta la fecha: Covenant of Chaos. Este nuevo álbum no es un simple regreso, sino una invocación armónica del caos, un manifiesto de guerra donde la brutalidad ancestral y la precisión contemporánea convergen en un solo acto de violencia sonora.
El conjunto canaliza la furia primitiva del thrash metal y la arrastra a través de un túnel de fuego, ruido y blasfemia. Aquí no hay concesiones ni ornamentos: cada compás golpea como un martillo de guerra, cada riff es una hoja forjada en hierro y odio. Covenant of Chaos no busca entretenimiento, sino purificación a través de la destrucción.
Evolucionando sobre las cenizas de sus trabajos previos, el álbum encarna la madurez del grupo, capturando la esencia más pura e implacable del género. Sus ocho composiciones forman un cuerpo indivisible: un ritual de aniquilación estructurado con precisión demoníaca, donde la agresión se alía con el control, y la furia se eleva a arte.
Un descenso en ocho actos
El viaje comienza con “Declaration of Desecration”, una apertura sacrílega que despliega disonancias abrasivas y voces que parecen brotar desde un abismo sin fondo. Es el prólogo de la perdición: un anuncio de que lo sagrado ha sido despojado de poder y que la oscuridad ha tomado su trono.
“Crucifixion Curse” cabalga con el ímpetu de la vieja guardia del metal, pero pervertida y acelerada hasta la extenuación. Las guitarras se baten en duelos de furia controlada, mientras las letras escupen herejía y desprecio hacia toda forma de redención.
En “Slaughter of the Innocent”, el vértigo domina. Blast beats frenéticos y riffs de precisión quirúrgica se funden en una tempestad que no concede respiro. Es el thrash metal reducido a su núcleo más brutal: velocidad, violencia y nihilismo.
“Forged in Hellfire” abre con un riff grave y opresivo, como el rugido de un horno infernal que precede a la devastación. La canción se alza como himno a la legión del abismo, un cántico a las fuerzas que renacen entre cenizas y sangre.
El punto de equilibrio llega con “Reign of the Beast”, un medio tiempo monumental donde la melodía emerge entre la devastación. Con solos armonizados y un estribillo imponente, se erige como la pieza más accesible del álbum, sin sacrificar su carácter apocalíptico.
“Ritual of Annihilation” profundiza en la oscuridad, abriendo con percusiones tribales que evocan ceremonias arcaicas antes de desembocar en un torbellino técnico y violento. Aquí, Themalefik demuestra que su caos no es desorden, sino voluntad estructurada de destrucción.
Con “Blackened Skies”, la banda alcanza el paroxismo. Una tormenta de riffs vertiginosos, blast beats a velocidades inhumanas y solos abrasivos que culminan en un clímax de absoluta devastación. Es el sonido del mundo colapsando bajo su propio peso.
Finalmente, la obra culmina con la majestuosa “Covenant of Chaos”, una oda al fin de todas las cosas. Inicia con arpegios sombríos que simulan un instante de calma antes de desatar un vendaval de secciones cambiantes. Su solo final es una síntesis del disco entero: furia, melodía, precisión y caos absoluto. Es el sello de un pacto eterno con las fuerzas primordiales de la oscuridad.
Conclusión
Con Covenant of Chaos, Themalefik no solo reafirma su lugar dentro de la escena extrema, sino que trasciende sus propios límites. Este álbum es una experiencia inmersiva, un viaje que combina la violencia ritual del thrash más despiadado con una ejecución impecable y una atmósfera que rezuma muerte y trascendencia.
Pocos discos del género consiguen canalizar tanta ira, técnica y oscuridad con semejante convicción. Covenant of Chaos no busca complacer: devora, consume y consagra.