Wolfbastard personifica el epítome de la brutalidad en el crust punk en su forma más retorcida y enfermiza. Sus canciones son una cascada de agresión y depravación, un rugido primitivo y violento que no conoce límites. En estas ráfagas sonoras, canalizan la esencia de bandas veneradas como Darkthrone, Discharge, Motörhead y Venom, destilando una amalgama de ferocidad que te golpea como un puñetazo en la cara.
Las pistas de Wolfbastard son una descarga de energía pura y vitalidad desenfrenada. El d-beat de la banda es un huracán de crudeza y mordacidad, y sin embargo, estas composiciones están cargadas de ganchos pegajosos y memorables que penetran en tu mente como clavos ardientes. Wolfbastard no se contenta con simplemente hacer ruido; estas son composiciones brutales, diseñadas para ser coreadas con furia mientras te sumerges en un mundo de caos y destrucción.
La producción del álbum es implacable, otorgando a Wolfbastard un sonido crudo, sucio y devastador. Cada canción es una ola de rabia y odio incontenibles que emana desde lo más profundo de la música.
Las voces son un grito desgarrador y primitivo que emerge con una ferocidad y una malevolencia que cortan como un cuchillo afilado. Ya sea en forma de alaridos sombríos y ennegrecidos o gruñidos salvajes, las voces son el complemento perfecto para esta ola de brutalidad sonora.
"Hammer the Bastards" es un asalto implacable, una orgía de brutalidad musical que deja una huella imborrable. Si eres un devoto del black metal crujiente y destructivo, este álbum es una experiencia auditiva que te sumergirá en un torbellino de caos y violencia. Wolfbastard ha entregado una obra maestra de brutalidad, un testimonio de la fuerza y el poder del crust punk en su forma más cruda y despiadada.
