Como precuela y culminación de las crónicas anteriores, The Third Temple se adentra con mayor profundidad en los apócrifos malditos de Salpsán, la carne viva del Anticristo, y en el camino de sangre y revelación que lo conduce a reclamar el trono profano de la Tierra. En los albores de la historia, los templos de Salomón y Herodes se erigieron sobre Jerusalén como manifestaciones de un orden divino condenado a perecer. Ambos sucumbieron, aplastados por la conjunción de fuerzas mortales y voluntades infernales que desafiaron la luz y abrieron grietas hacia lo abisal.
Las dos primeras partes de The Third Temple narran la caída de esos santuarios y de las reliquias que custodiaban: receptáculos de un poder tan antiguo como la primera rebelión celestial. Bajo sus cimientos, selladas por siglos de miedo, yacían presencias oscuras que no olvidan ni perdonan. Seres que oyeron el primer rugido de la Serpiente y que aguardan, con la paciencia de lo inmortal, el momento en que la arrogancia humana vuelva a quebrar su débil muralla espiritual.
En la tercera parte, el mundo se aproxima al umbral de una nueva era. Las naciones y los credos —viejos y recientes, santos y heréticos— se enfrentan por la posesión del suelo consagrado de Tierra Santa, ignorantes de que cada disputa acelera la resurrección de un plan sellado desde la caída de Lucifer. En este escenario convulso, el Antimasia descubre el peso de su destino: no solo decidirá si se alinea con el renacimiento del Tercer Templo, sino si se convertirá en el heraldo que inaugure el reino visible de Satanás sobre la Tierra. Su elección será el detonante final que abrirá las puertas a la coronación de Salpsán y al retorno de las potencias infernales al dominio humano.