Musicalmente, ÔROS KAÙ proyecta un abismo sonoro profundo y sombrío. Sus riffs de guitarra, como bloques de granito ennegrecidos por la muerte, emergen de las profundidades, aplastando todo a su paso. La base rítmica, implacable y ominosa, crea un crescendo constante que se siente como un marchitar lento en tiempos medios impregnados de la esencia del doom metal más letal. Las melodías, épicas y funestas, nunca abandonan esa sensación mística y esotérica que ha sido la firma inquietante de la música del artista belga. Este aura tenebrosa se ve resaltada por una interpretación vocal compleja que se sumerge en las profundidades del abismo sonoro. Gruñidos del death metal emergen como los lamentos de las almas condenadas, mientras los aullidos del black metal se retuercen como sombras malévolas en la noche. Los cánticos tibetanos, siniestros y evocadores, se entrelazan con esta cacofonía, creando un coro de voces ancestrales que acecha en las sombras.
Lo que ÔROS KAÙ ofrece es un caldero de culturas y elementos musicales, hirviendo en una mezcla única, hipnótica y embrujada. Es un estudio profundo sobre la magia negra del sonido y la voz, todo ello envuelto en la apariencia de un álbum de metal brutal. La música, densa como la lava de un volcán en erupción, y las voces, un coro de espectros desencadenados, inducen a un trance siniestro, mientras las letras invocan imágenes diabólicas y oscuros misterios.
El vértigo psicodélico alcanza su punto máximo en temas colosales como "Dawn Of The Red Scorpio", donde los acordes se desmoronan como ruinas de antiguos templos malditos, y en la extenuante "Bios-Phos-Metis", un viaje de 15 minutos por los abismos del doom metal drone que arrastra al oyente hacia las fauces de "Hypnos". El viaje apenas ha comenzado, pero ya se siente como un descenso interminable en las profundidades de la oscuridad, donde la luz no tiene cabida y el alma se enfrenta a sus miedos más profundos.